domingo, 29 de marzo de 2009

Menos discurso, más acción


Quizá sea la falta de ideales, tal vez la falta de oportunidades o simplemente San Pedro se encuentra sumergido en el pozo de los que tienen el poder, en el pozo sin salida, en el pozo sin escrúpulos, en el pozo de no ambiciones o simplemente en el pozo de la aceptación conformista. Suena extraño, pero ser uno de los municipios mas productores de leche a nivel nacional no basta. Tener una de las basílicas mas hermosas de toda antioquia no es suficiente. Contar con una riqueza paisajística y natural incontable, no es la solución. La falta de pertenencia, el amor por el municipio y el altruimos intrínsico del sampedreño se ha perdido.

Tal vez sean las calles cubiertas de fango, el oscuro presentismo que entorpece un buen futuro, la ambición desmedida de quienes tienen el poder o lo han tenido o la falta de solidaridad social. En fin, podría enumerar un sin número de causas y creo que no acabaría. Lo cierto, es que por estas y muchas otras razones el desarrollo de San Pedro ha sido decreciente, mínimo y estamos entrando en un foco de antidesarrollo difícil de menguar.

Es antagónico pero San Pedro es el municipio del norte antioqueño mas cercano a Medellín y quizá uno de los que menos oportunidades de progreso ofrece. Los ideales del jóven sampedreño son muy restringidos y trabajar en Colanta, en los bares, discotecas y cafeterias se convierten en panacéa del buen vivir. La población con educación universitaria es mínima, la tecnificación de la dinámica de desarrollo insuficiente y en pleno siglo XXI la producción artesanal sigue siendo una alternativa.

También es cierto que la dinámica de desarrollo bandera en el municipio es la ganadería, actividad económica que no necesita mucha mano de obra, además incrementa el fenómeno de la tenencia de las tierras por unos pocos causando la desigualdad social, el incremento de la pobreza y la falta de oportunidades. En el caso de los cultivos de papa es claro que estos necesitan alta liquidez, por lo cual solo puede ser desarrollado por grandes productores y personas con la capacidad económica suficiente para poder invertir y esperar cierto tiempo a obtener ganancias.

Así, es obligatoriamente necesario redireccionar la dinámica de desarrollo de tal manera, que propenda por el beneficio de los menos favorecidos, del campesino común y del pequeño propietario.

Sé debe minimizar las políticas de el asistencialismo, los subsidios y todas las políticas de tipo ejecutivo que buscan tapar el sol con la mano. Parafrasenado a Alejandro Gaviria "se debe rechazar las medidas antiempleo: el asistencialismo pagado con impuestos al trabajo, la idea de sumar subsidios en lugar de sumar empleos y la tendencia a maximizar la inversión en lugar de multiplicar el trabajo". Se tiene que implementar una dinámica de desarrollo que busque mejorar la calidad de vida del sampedreño común, que satisfaga las necesidades básicas mínimas y además les de la oportunidad de pensar en un mejor porvenir tanto para sus hijos como para sí mismos.

Además, se tiene que pensar en un municipio industrial y atraer la inversión de empresas nacionales fuertes y porque no de multinacionales. Es claro: la incursión de otras empresas diferentes de Colanta mejorará el nivel de empleo y los pronósticos del buen vivir de los sampedreños. Tomando otro aparte del artículo de Alejandro Gaviria llamado Trabajo, trabajo y trabajo. "El trabajo define las dimensiones espaciales y temporales de la vida: dónde estamos y hasta cuándo. Sin ocupación regular, la vida (incluso la vida familiar) pierde coherencia. Los incentivos materiales y morales para hacer un buen uso del tiempo desaparecen. El tiempo transcurre sin estructura. Sin disciplina. Y muchas veces sin significado." No obstante, hay que ser cuidadosos, la oferta de empleo tiene que ser una oferta de calidad que maximice las proyecciones de futuro, que mejore la calidad de vida sampedreña y que busque cada día contar con una sociedad mas educada, mas preparada y con ambiciones de progreso.

Hay que mejorar el sector agropecuario, tecnificarlo y adecuarlo al mejor estilo de las naciones desarrolladas. Contamos con conterráneos que se han preparado en este campo, que han estudiado en universidades de alto nivel como la Nacional y la de Antioquia; de tal maneral que su experiencia y conocimientos son fundamentales en el programa de desarrollo y mejoramiento integral del sector agropecuario en San Pedro. También contamos con una entidad reconocida cómo lo es el Sena, entidad pionera en emprendimiento empresarial, en tecnologías agro-industriales y facilitadora en la generación de pequeñas empresas productivas.

En últimas, tenemos que propender por un desarollo sostenible para nuestro municipio, en el que se planteé una sinergia estratégica entre desarrollo social, económico y ambiental. Un desarrollo integral que vele por el menos favorecido, por el pequeño campesino y busque disminuir el desempleo y la pobreza municipal. Un desarrollo que sea apoyado por el ejecutivo y no acepte politiqueria, no acepte burocracia, no acepte enriquecimiento particular, no vele por los intereses únicos del gobernante. Un desarrollo que sea apoyado por la iglesia pero en el que no predominen interesés políticos ni de culto. Es claro que son las dos entidades mas fuertes en el municipio y las que mas recursos reciben. Por tanto el desarollo municipal, tiene como pilares fundamentales la acción de dichas entidades. Ahora si, acudiendo al dicho "Menos discurso, más acción".


viernes, 6 de marzo de 2009

Recordando nuestros mitos: La Barbacoa

Como a una cuadra de la finca, la Colmenera, había un camino de servidumbre por donde transitaban los campesinos de las veredas las Palmas y Riochico. Desde el corredor de la casa se podía ver cuando pasaba alguien, y los perros lo avisaban con sus ladridos.Con alguna frecuencia, cuando yo veía que pasaba alguien, me acercaba al camino para poder observar al transeúnte. Mi abuela me había prohibido varias veces salir al camino, pero yo de vez en cuando reincidía, a pesar de las amonestaciones o de los cuentos que ella me refería: <>.Un día de esos fuí a ver quién pasaba por el camino. Cuatro campesinos que venían de Riochico, traían sobre una camilla hecha de palos y sobre unas almohadas a una señora que daba gritos de dolor. La llevaban al pueblo para que don Lelo Gómez o don Greogorio Gutiérrez, que eran los médicos empíricos de San Pedro, la aliviaran de una enfermedad. En esa época de 1945, no había en el pueblo médicos graduados.
Fue tal mi susto al ver esa escena, que en tres zancadas ya estaba en la casa metido bajo la ruana del abuelo.
-¿Qué le pasó mijo, que lo vejo muy asustado?-, preguntó el abuelo.<>, le respondí
- Su abuelita Ana María tiene razón: los chupasangres no son mentira y los palos esos donde llevan a la enferma se llaman barbacoa. Espere le cuento: una vez antes de llegar al Alto de Medina, cuatro salteadores de camino, de esos hombres malo que están a todo momento viendo a quién le puedan robar, observaron que venía un arriero solo, y como vieron que traía muchas cosas, lo atracaron. Como el hombre hizo mucha resistencia para no dejarse robar, los bandidos lo mataron. Le dieron tantos machetazos, que lo dejaron en puro picadillo, después de haberle cortado la cabeza.
Pero como Dios no castiga ni con palo ni con rejo, condenó a los cuatro bandidos en vida a cargar el muerto en una barbacoa. Cuando ellos murieron, esa condena se perpetuó por los siglos de los siglos. En noches oscuras y de poca luna, se les ve cargando al arriero difunto por todos los caminos de San Pedro, la barbacoa la han visto en San Juan, en Pantanillo, en Riochico, en fin en todas partes.
Después de la muerte de los cuatro bandidos, la cosa se puso más tétrica: como ellos le mocharon la cabeza al arriero, Dios los condenó a llevar la barbacoa sobre sus hombros, vestidos de negro y sin cabeza. Lo único que medio se puede apreciar, es el muerto que se va sobre la tarima de palos, y que va cubierto con una sábana, mientras los huesos fosforescentes de las manos y de los pies, cuelgan por los lados de la barbacoa, produciendo un reflejo.
Los cuatro bandidos vestidos de negro no se ven por la oscuridad. Sólo uno sabe que ahí van, porque sus huesos chirrean como bisagras sin grasa, y porque delante de ellos va siempre un perro negro que echa chispas por los ojos, y su olor es fétido. Al pasar este cortejo, los otros perros aúllan de la manera más infernal.
A partir del relato de este cuento, ya fui más precavido para salir al camino, por el temor de ver pasar de nuevo la barbacoa.
Tomado de : Los Cuentos del abuelo. Ovidio Tamyo Lopera